08 mayo, 2012

El fado de las castañas


Hoy el frío se ha levantado peleón y eso le gusta. “Amigo, tenemos trabajo que hacer”, susurra buscando la complicidad de su viejo hornillo. La ribera está en calma y el viento arrastra un suave olor a vino dulce desde el otro lado del río. Luego le pedirá una copita a Lourenço. No ha sido un buen otoño, piensa mientras se apresura a colocar el carbón con los dedos aún un poco torpes. Aunque lo cierto es que ya hace años que los buenos otoños esquivan su puesto de castañas. “La última castañera del Duero”, no tardaría en titular algún periodista local. Pero de momento Amália domina como nadie la nube de humo caliente que se eleva a su alrededor y remueve con brío las brasas. De vez en cuando deja que estalle alguna castaña y observa divertida como las gaviotas se alejan sobresaltadas. Nunca le han caído bien esos pájaros…

Aún inmersa en su pequeña venganza, Amália descubre a una niña pecosa y de nariz colorada tirando con insistencia de la manga de su chaqueta. Detrás unos padres se disculpan por la desvergüenza de la cría y le piden un cucurucho de castañas calientes. Son los primeros compradores del día y Amália, fiel a su ritual, examina rápidamente el periódico hasta dar con la hoja perfecta para envolverlas. Se la enseña a la familia y les advierte: “Mis castañas están aún más buenas cuando se rodean de buenas noticias. ¡Que tengan un buen día!”.

2 comentarios:

Ricardo dijo...

Siempre es importante elegir bien porque hoja empezar el diario. Puede llegar a marcarte el resto del día. La foto, genial, Holga!

Holga dijo...

Supongo que por eso tanta gente empieza por la contra! Tus ánimos, geniales, como siempre ;)